Como ocurre con el resto de los sentidos, vista, olfato, gusto o tacto, el oído se utiliza de forma automática y en muchas ocasiones de forma inconsciente. Percibimos todos los sonidos que se producen a nuestro alrededor sin darnos cuenta, simplemente llegan hasta nosotros y el órgano auditivo los recoge. Pero, ¿sabes que tus oídos te ofrecen mucha más información de la que piensas?
¿Para qué sirve el oído?
Nuestros oídos sirven para para comunicarnos verbalmente con nuestros interlocutores, sirven para escuchar música, para escuchar los sonidos que se producen en nuestro entorno, para percibir peligros… Definitivamente, el oído humano sirve para detectar y transmitir al cerebro los sonidos que nos rodean, pero hay más.
Aunque para el ser humano el sentido más utilizado es el de la vista, el oído complementa a esta con sus 360º de cobertura. El ángulo de visión de un ojo humano es de 180º en el plano horizontal y 130º en el plano vertical, 60º por encima del plano horizontal y 70º por debajo de este plano. Es obvio que el oído abarca muchísimo más espacio del que recibir información.
El sonido es producido siempre por un movimiento y gracias a tu oído puedes localizar dicho movimiento en el espacio sin necesidad de verlo.
¿Cómo sabemos si un sonido se localiza a nuestra derecha o a nuestra izquierda?
Seguro que si te paras a pensar en lo que estás escuchando ahora mismo, creerás que tus dos oídos funcionan de forma simultánea, que percibes el sonido ambiente con los dos oídos a la vez, ¿verdad? Es normal, la sensación que tenemos es la de tener un solo oído que escucha todo.
Sin embargo esto no es así, y gracias a ello y a las sutiles diferencias de nivel, podemos diferenciar si un sonido nos llega por la derecha o por la izquierda.
Las ondas acústicas en el aire viajan a unos 344 m/s (unos 1240Km/h) ¡Casi nada! Y nuestros oídos están separados por una distancia de unos 15 cm. Un sonido que se produzca a tu derecha llega a tu oído derecho 0,0004 segundos antes que a tu oído izquierdo, además el sonido llegará con más intensidad al oído derecho que al oído izquierdo. Gracias a estas sutiles diferencias podemos localizar con mucha precisión los sonidos en el espacio.
¿Cómo percibimos si un sonido se produce por encima o por debajo de nuestras cabezas?
Según lo que te he explicado en el punto anterior, no sería posible diferenciar entre los sonidos que se producen a distinta altura, ya que en estos casos el sonido llega a la vez a ambos oídos y con igual intensidad.
La respuesta la tienen nuestras orejas, esos órganos que sirven de puerta de entrada para nuestros oídos y tienen unos laberintos tan enrevesados. Gracias a estas irregularidades de relieve en las orejas, podemos hacernos una idea de si el sonido ha sido producido más arriba o más abajo en el espacio.
¿Cómo percibe el oído el lugar en el que estamos? Sonido directo y sonido reflejado.
El oído humano también nos ofrece información del lugar en el que nos encontramos.
En el exterior, sin ningún elemento que obstaculice la propagación de la onda de sonido, ésta llega a nuestros oídos de forma directa, sin rebotar en ninguna parte. Nuestro cerebro lo interpreta y nos da la sensación de estar al aire libre. Sin embargo, en una habitación el sonido no viaja libremente sino que se encuentra con paredes que hacen que rebote.
Por lo tanto, a diferencia del caso anterior los oídos reciben parte del sonido directo, lo que se denomina campo directo, y parte del sonido proveniente de las reflexiones de las paredes, campo reverberante.
El sonido directo es el primero en llegar a nuestros oídos, mientras que el sonido reflejado tarda un poco más en llegar. Esta sutil diferencia hace que nos demos cuenta de que no estamos en el exterior si no dentro de una habitación.
Seguro que has experimentado alguna vez esa sensación extraña que se produce al entrar en una habitación sin amueblar, completamente vacía. Se trata de una “discordancia” entre lo que tus ojos ven y lo que tus oídos escuchan.
Tus ojos te proporcionan una información precisa del tamaño de la habitación, sin embargo tus oídos, acostumbrados a escuchar habitaciones amuebladas, se confunde y te informa de que la habitación es más grande de lo que es en realidad.
Los muebles absorben sonido, sobre todo si hablamos de librerías, sillas tapizadas o sofás. El oído humano y el cerebro están acostumbrados a habitaciones amuebladas por lo que al eliminar el mobiliario nuestro celebro se confunde y nos encontramos con esa curiosa sensación.
El oído ofrece más información de la que pensamos.
Como ves, el oído humano nos ofrece más información de la que parece, y lo más importante, el cerebro es capaz de interpretarla de forma precisa y de adaptarse.
En el caso de que perdiéramos audición en uno de nuestros oídos, el cerebro no tardaría en adaptarse a la nueva configuración y restablecer los patrones. Lo mismo ocurriría si perdiéramos una oreja o incluso si nuestros oídos dejaran de funcionar, el cerebro comenzaría a interpretar las vibraciones recibidas por otras partes del cuerpo de una forma más precisa para adaptarse.
Fuente:silenttechnology.es